Inmersión Cueva del Francés

La historia de su nombre es bien simple; justo encima de la grieta o cueva, se hallan los restos de un  chalet, que quiso construir un ciudadano de esa nacionalidad, y que lógicamente, por la ley de costas, se lo paralizaron. De ahí a que toda esa zona se la conozca como la Cueva del francés.

Es una de la inmersiones más bonitas e interesantes de todo el Parque; tanto por su paisaje que combina una zona rocosa laberíntica, las cuevas, la pradera de posidonia, arenal, como por la cantidad de vida y diversidad que podemos encontrar.

La inmersión comienza en la boya, y se puede realizar tanto protegidos del viento de levante como de poniente. La inmersión y su recorrido variará de la zona que hayamos fondeado. Puede llegar a ser bastante larga, así que habrá que tomar especial cuidado con el consumo de aire para determinar el paseo.

A los 16 metros nos encontramos con un cueva (en la que solo nos quedaremos en la entrada), entre un pasillo de roca y una lengua de arena en la que podremos observar meros de considerable tamaño, cigarrones, brótolas, salmonetes reales y un sinfín de esponjas tapizando el techo y pared. Tras esa visita, seguimos por grandes bloques de piedra, que forman pasillos y cuevecitas y nos dirigiremos a la otra cueva con salida a la superficie, magnífica por su contraluz, y vida que encontramos.

Abundan los meros, salpas, lisas,castañuelas, sargos, morenas y muriones, congrios, pulpos, barracudas en la rompiente, rascacios y cabrachos entre otras especies, como algas verdes, pardas, esponjas, anémonas, falso coral en las grietas, nacras, cigarrones, gamba, caracolas, liebres de mar, anémonas…

Se fomenta y se tiene especial cuidado con la flotabilidad para no dañar las especies inmóviles de las cuevas, ni la entrada de la cueva profundad para no enturbiar la visibilidad.